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martes, 1 de marzo de 2011

REFLEXION INTERNACIONAL: PROSPERIDAD Y SEGURIDAD INDIVIDUAL



Por: Jorge Amonzabel

Todos los gobiernos del mundo deberían estar atentos a las expectativas de los habitantes de su territorio. Saber diferenciar de las falsas ofertas y de las proposiciones inalcanzables. Como se escucha de parte de aquellos que tienen su profesión u oficio, quieren trabajar tranquilos y tener todos los servicios a su alcance. Su mayor molestia es que las actividades sean bloqueadas por desaciertos del gobierno o por interrupción de otros grupos que demandan condiciones de vida más llevaderas. Todos los habitantes quieren tener una sensación que todo les va bien, aunque no tengan lo que aspiran tener y esperan tenerlo alguna vez.En la vida de las ciudades, la situación es más compleja, pero también superable por parte de las autoridades locales. Nadie quiere ser amedrentado por lo que es y hace o piensa, nadie quiere desconocer lo que será o previsiblemente ocurrirá el día siguiente y; nadie quiere tener una sensación de inseguridad con ninguna de las facetas diarias que enfrenta en su vida: Disponibilidad de alimentos, disponibilidad de transporte, trabajo o espacios de trabajo en sus potencialidades profesionales y de oficio; disponibilidad de unidades educativas para sus hijos, disponibilidad de centros de salud y atención médica, disponibilidad de puestos de trabajo para postular porque conoce y tiene experiencia o puestos laborales para sus conocidos o familiares. Espacios de distracción, espacios de recreo y de intercambio social, espacios de discusión libre y espacios de formación alternativa; etc.
Nadie quiere ser condicionado en sus ideas y sus metas a desarrollar.
Sin embargo, hay limitaciones, hay estorbos y hay situaciones que hacen vivir a los habitantes de un territorio como indigentes, como perdedores o como víctimas del entorno y de su condición de ciudadano sometido a las normas. Las autoridades de gobierno nacionales y locales, en apariencia; son implacables en sus disposiciones y a veces ignorantes de las verdaderas aspiraciones de sus ciudadanos. Hacen las cosas más difíciles y, como si fueran todos; mantienen formatos condicionados sin distinción. Sean voluntarios o no, los hombres y mujeres tienen distintas visiones acerca de cada práctica. Los gobiernos desconocen las verdaderas motivaciones de sus ciudadanos y, está lejano el día en diferencien lo que estimule a cada quien, en su grupo o comunidad donde se desarrolla.
Es tiempo de evitar el capricho de autoridad y desechar paradigmas pasados de control y de dominio de los habitantes. Rechazar “clichés” de que todos son iguales o que nadie protestara. Los gobiernos locales, deben acercarse más a las personas y recuperar su confianza, escuchando, observando y sistematizando las experiencias de cada quién y de cada coyuntura.
Todos los habitantes pueden coincidir en una razón de vivir y es que no “quieren ser molestados” en su diario vivir y en los hábitos que tienen. Hay muchas coincidencias entre los niños, los viejos, los adultos, los jóvenes y las mujeres y hombres. Coincidencias que pueden determinar un mínimo común de anhelos.
Sin embargo, aún éstos, pueden tener variantes que, en materia de estimulación, pueden ser estudiados y detectados por área, género y por generación. La habilidad de los gobernantes esta en identificar a corto plazo, en el momento adecuado y en la situación prevista, qué y cuándo, debe responder a los deseo de sus habitantes. Se afirma que los ciudadanos, son exigentes y exigen lo que saben que pueden darles, no aquello que conocen que no pueden obtener. Esa debe ser la medida de los gobiernos en todos los sectores, ámbitos del quehacer humano y territorios que administran. (JA)

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